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EVALUACIÓN: SESIÓN FINAL
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Coaching Ontológico Profesional (Formación Intensiva) COP 21
Acerca de las clases

MÓDULO 3 – EL OBSERVADOR Y SU ZONA DE CONFORT

 

EL OBSERVADOR

El concepto del observador en la ontología se refiere a cómo cada uno de nosotros percibe e interpreta el mundo a partir de nuestras creencias, valores, experiencias previas y prejuicios. Somos observadores únicos de nuestra realidad, y esta manera de observar influye profundamente en nuestros pensamientos, emociones y acciones. El observador que somos es el «yo» que está detrás de nuestras percepciones y juicios, determinando cómo interpretamos lo que vivimos y cómo actuamos ante ello. En este sentido, nuestra realidad no se presenta como algo absoluto, sino como algo que construimos a partir de nuestra forma particular de ver y comprender el mundo.
Es importante destacar que el observador no es una entidad estática, sino que está en constante cambio y evolución. A medida que adquirimos nuevos conocimientos, experiencias y aprendizajes, nuestra manera de observar se transforma, generando nuevas posibilidades de acción y de ser. Esto significa que el cambio es posible al nivel más profundo cuando trabajamos en modificar nuestra manera de ver e interpretar la realidad.
En el contexto del coaching ontológico, el concepto del observador cobra una relevancia central. El proceso de coaching no busca dar respuestas o soluciones preestablecidas, sino acompañar al cliente en el proceso de tomar consciencia de cómo está observando su realidad y cómo esta observación afecta sus resultados. Al reconocer nuestros prejuicios, creencias limitantes y patrones de pensamiento, podemos abrirnos a nuevas formas de interpretar el mundo y, por ende, a nuevas maneras de actuar.
El cambio de observador es fundamental porque, al transformar nuestra percepción, cambiamos también nuestras opciones y posibilidades. Un cliente que percibe una situación como un obstáculo inamovible puede, al cambiar su manera de observar, identificar oportunidades que antes no veía. La transformación del observador permite al cliente cuestionar sus creencias, generar nuevas interpretaciones y tomar decisiones más conscientes y alineadas con sus objetivos.
Así, el trabajo del coach es facilitar este proceso de toma de consciencia y transformación, ayudando al cliente a ver más allá de sus propios filtros y a descubrir nuevas maneras de relacionarse con el mundo. No se trata de cambiar la realidad externa, sino de cambiar cómo la interpretamos y, con ello, nuestras respuestas y posibilidades de acción. El observador que somos condiciona nuestras experiencias, y al transformarlo, abrimos la puerta a un mundo más amplio y lleno de nuevas oportunidades.


ZONA DE CONFORT

La zona de confort, desde una mirada ontológica, es más que un espacio de comodidad; es un estado mental donde operamos automáticamente, condicionados por nuestras creencias, experiencias, lenguaje y emociones previas. En este espacio coexisten tanto lo positivo como lo negativo: situaciones que nos generan tranquilidad, pero también aspectos incómodos que toleramos por ser predecibles. Esto ocurre porque, en nuestra manera de interpretar el mundo, nos hemos acostumbrado a lo que conocemos, incluso si nos causa insatisfacción.
Este espacio mental es un territorio de hábitos y patrones que nos proporciona una sensación de control y seguridad al mantenernos en lo familiar. Sin embargo, esta aparente seguridad puede convertirse en una limitación. La zona de confort no se trata solo de placer o estabilidad, sino también de aceptar, muchas veces, lo que nos incomoda, porque es predecible y nos permite evitar la incertidumbre. Desde una perspectiva ontológica, esto significa que el observador que somos, con nuestras creencias y juicios, define el tamaño y la naturaleza de esta zona.
La ontología invita a tomar consciencia de nuestra zona de confort, haciendo visible cómo nuestras interpretaciones y creencias nos mantienen en este espacio. Salir de la zona de confort no implica rechazarla o destruirla, sino transformarla mediante un cambio de observador. Este cambio permite ampliar nuestra visión de la realidad, integrar nuevas experiencias y aprendizajes, y encontrar un equilibrio entre la seguridad interna y la apertura a lo desconocido.
La clave está en reconocer los patrones que nos retienen allí, identificar qué aspectos nos aportan bienestar y cuáles nos limitan, y así rediseñar nuestra relación con ellos. Ampliar nuestra zona de confort de manera consciente no significa perder nuestra seguridad, sino hacerla más flexible, para que pueda incluir nuevas realidades y opciones que antes no contemplábamos. De esta manera, no solo actuamos de manera más libre, sino que también vivimos con mayor plenitud y autenticidad.

 

ZONA DE EXPANSIÓN

La zona de expansión, desde una mirada ontológica, es el espacio donde se produce el aprendizaje significativo al salir de la zona de confort y aventurarnos en el territorio del no saber. Es un área que nos desafía, nos saca de lo conocido y nos lleva a enfrentar lo nuevo con una voluntad de aprender y crecer. Aquí, el aprendizaje se convierte en un proceso activo, donde logramos resultados que antes parecían imposibles o fuera de nuestro alcance.
Esta zona intermedia entre la zona de confort y la zona de pánico es donde experimentamos incomodidad, inseguridad y desafío, pero aún mantenemos la capacidad de hacer frente a lo que se presenta. A diferencia de la zona de pánico, donde la ansiedad puede paralizarnos, la zona de expansión nos reta de manera que, aunque incómodos, podemos crecer, aprender y mejorar nuestras habilidades, conocimientos y actitudes. Es en este espacio donde se generan los mayores avances personales y profesionales.
Cuando nos encontramos en la zona de expansión, nos exigimos a nosotros mismos a ir más allá de lo que creíamos posible. Aquí se desarrollan nuevas habilidades, se amplía nuestra perspectiva y se fortalece nuestra confianza y autoestima. La ontología invita a abrazar la incertidumbre y el cambio como oportunidades de transformación. Al aceptar el desafío, no solo crecemos, sino que también transformamos nuestra manera de interpretar y actuar en el mundo.
El objetivo de transitar la zona de expansión no es sentirse cómodos todo el tiempo, sino aprender a estar cómodos con la incomodidad que el cambio y la incertidumbre traen consigo. Esta disposición nos permite enfrentar nuevos desafíos con una actitud abierta y transformadora, lo que amplía nuestra manera de ser y nos empodera para crear realidades más amplias y plenas.

 

ZONA DE PÁNICO

La zona de pánico, desde la perspectiva ontológica, es el espacio que se encuentra más allá de la zona de confort, donde el individuo se siente completamente desbordado, amenazado o incapaz de responder. Es un estado en el que el desafío es tan grande que puede generar una fuerte sensación de miedo, ansiedad o parálisis. A diferencia de la zona de expansión, en la zona de pánico, la persona se encuentra en un nivel de estrés tan alto que el aprendizaje se detiene y el compromiso verdadero se pierde; puede haber cumplimiento forzado, pero sin la conexión interna necesaria para un crecimiento auténtico.
Esta zona se caracteriza por situaciones que superan nuestras capacidades percibidas y donde nos sentimos sin herramientas para enfrentarlas. Desde la ontología, se entiende que al estar en esta zona, nuestra capacidad de aprender y transformar queda limitada, ya que el exceso de presión y temor bloquea nuestro acceso a recursos internos. Esto no significa que la zona de pánico deba ser evitada por completo, sino que se debe ser consciente de su impacto y de cómo manejarla para no quedarnos atrapados en el miedo o la parálisis.
Es importante reconocer que, al transitar los límites de nuestras zonas de confort y de expansión, podemos llegar a experimentar momentos de pánico. Sin embargo, la clave está en identificar cuándo estamos en esta zona y utilizar la reflexión y el acompañamiento adecuado para regresar a un estado donde el aprendizaje sea posible. Superar el pánico implica dar pequeños pasos hacia la expansión, construyendo gradualmente nuestras capacidades hasta que lo que antes nos desbordaba se convierta en una parte asimilada de nuestra zona de confort.
El proceso ontológico de transformar nuestra relación con el pánico busca ampliar nuestra capacidad de actuar desde el aprendizaje, sin negar el miedo, pero resignificándolo para que no sea una barrera permanente. Con el tiempo, al trabajar conscientemente en nuestros miedos, creamos nuevas zonas de confort que integran el aprendizaje de experiencias anteriores y nos permiten expandirnos de manera constante y sostenible.

 


CAMBIO DE OBSERVADOR

El «cambio de observador» en la ontología hace referencia a nuestra capacidad para transformar la manera en que interpretamos y experimentamos la realidad. En el coaching ontológico, cada persona es un observador único de su vida, y sus percepciones están definidas por sus creencias, valores, emociones, experiencias pasadas y el lenguaje que emplea. Cuando hablamos de cambiar de observador, nos referimos a una transformación profunda en cómo vemos el mundo y a nosotros mismos, lo que genera nuevas posibilidades de acción y de ser.
El concepto del observador es central en la ontología, ya que el cambio y el aprendizaje profundo solo pueden lograrse cuando somos conscientes de cómo estamos observando nuestra realidad. Todos vemos el mundo a través de un lente único formado por nuestras propias experiencias y creencias. Cambiar de observador implica cuestionar y transformar esta manera de interpretar el mundo, lo que expande nuestra perspectiva y abre caminos hacia nuevas oportunidades.
Este proceso nos invita a ser conscientes de nuestros prejuicios y creencias limitantes, permitiéndonos cambiar la manera en que percibimos y respondemos a las situaciones. Así, nuestras decisiones se vuelven más conscientes y efectivas, dejando atrás patrones automáticos que antes nos limitaban. Al transformar nuestra relación con la realidad mediante un cambio de observador, impactamos positivamente nuestras emociones, pensamientos y comportamientos, lo que facilita un proceso de crecimiento y aprendizaje continuo.
Un cambio de observador implica cuestionar nuestras interpretaciones, juicios y creencias para desbloquear situaciones que parecían imposibles, descubrir nuevas oportunidades donde antes veíamos obstáculos y transformar el impacto que nuestras emociones y pensamientos tienen sobre nuestras decisiones y relaciones. De esta manera, el cambio de observador se convierte en una herramienta poderosa de transformación personal y relacional.

Archivos de ejercicios
Material adicional (Módulo 3) Fábula de la vaca.pdf
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Módulo 3 – El observador y su zona de confort.pdf
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