
MÓDULO 17 – QUIEBRE Y BRECHA ONTOLÓGICA
TRANSPARENCIA
La transparencia se refiere a la manera en que operamos de manera automática, sin darnos cuenta de los patrones de pensamiento, conducta y comunicación que nos guían. Es un estado en el que nuestras acciones y decisiones no son conscientes ni deliberadas, sino que responden a hábitos, creencias y emociones profundamente arraigados. En este sentido, la transparencia está estrechamente relacionada con nuestra manera de ser y nuestra interpretación del mundo.
LA ACCIÓN TRANSPARENTE
La acción transparente es aquella que realizamos sin reflexión previa, como una respuesta espontánea y no analizada a los estímulos de nuestro entorno. Es la forma en que actuamos de manera automática, sin detenernos a cuestionar nuestras elecciones ni a considerar sus consecuencias.
EL ROL DE LA TRANSPARENCIA EN EL COACHING ONTOLÓGICO
La transparencia adquiere relevancia en el ámbito del coaching ontológico, ya que permite al coach y al cliente identificar los patrones automáticos de conducta y comunicación que rigen la vida del cliente. Es en este espacio de transparencia donde el cliente puede comenzar a observar cómo sus acciones y reacciones son automáticas, y cómo estas pueden estar limitando su capacidad para lograr sus objetivos.
La transparencia, aunque automática, no es irreversible; su valor reside en que puede hacerse visible mediante la observación y la reflexión. Identificar nuestros patrones transparentes nos brinda la oportunidad de transformarlos en acciones conscientes y deliberadas, avanzando hacia un autoliderazgo más consciente. Este proceso implica detenernos a reflexionar sobre nuestras decisiones automáticas y evaluar si nos acercan o alejan de nuestros objetivos. Al hacerlo, no solo mejoramos nuestras relaciones y alcanzamos metas personales y profesionales, sino que también vivimos con mayor autenticidad, utilizando la transparencia como un portal hacia la expansión de nuestra conciencia y desarrollo personal.
QUIEBRE
El quiebre ontológico se refiere a un evento o circunstancia que desafía nuestras creencias, valores y patrones de pensamiento previos, obligándonos a confrontar una nueva realidad. Este tipo de quiebre no siempre proviene de situaciones externas; también puede surgir de una reflexión interna o de momentos reveladores que nos obligan a reconsiderar cómo nos entendemos a nosotros mismos y el mundo que nos rodea. Se experimenta como una disrupción en nuestra forma habitual de pensar, sentir y actuar, provocando confusión y desorientación, ya que las certezas previas se ven cuestionadas.
En lugar de verlo como algo negativo, un quiebre ontológico representa una oportunidad de transformación. Nos invita a replantear nuestras creencias y juicios, y a liberarnos de las limitaciones que estos nos imponen. Cuando experimentamos un quiebre, ya sea por un fracaso, una crisis o un conflicto, nos enfrentamos a algo que no encaja en nuestra visión habitual de la vida. Este momento puede convertirse en un punto de inflexión, donde dejamos de ser prisioneros de nuestras interpretaciones anteriores y comenzamos a explorar nuevas formas de ver la realidad. A través de este proceso, podemos generar nuevas perspectivas que nos impulsen a actuar de manera diferente, más alineados con nuestro propósito y metas.
El quiebre interrumpe los patrones rígidos de pensamiento y permite que surja una nueva interpretación de las circunstancias. Nos desafía a liberarnos de antiguos enfoques, abriéndonos a la posibilidad de elegir conscientemente cómo responder ante los eventos de la vida. En este proceso de reinvención, los clientes tienen la oportunidad de dejar atrás las creencias limitantes y tomar decisiones que los acerquen a sus objetivos. Para un coach, identificar estos momentos es crucial, ya que un quiebre puede ser el inicio de un cambio profundo, un espacio para que el cliente rompa con patrones automáticos que lo mantienen atado a una realidad estancada. Además, el quiebre ofrece una gran oportunidad para el autoliderazgo, ya que al tomar conciencia de los quiebres en nuestra vida, podemos reconocer cómo nuestras creencias y suposiciones limitan nuestras decisiones. Aprender a gestionar un quiebre, transformándolo en una oportunidad de crecimiento, no solo nos libera de viejos patrones, sino que también fortalece nuestra capacidad de liderarnos a nosotros mismos. Este proceso permite tomar decisiones más conscientes, alineadas con nuestros valores y visión de vida, incrementando así nuestra efectividad y autenticidad.
«ES UNA INTERRUPCIÓN EN EL FLUIR TRANSPARENTE DE LA VIDA»
BRECHA ONTOLÓGICA
La brecha ontológica es un concepto clave en el coaching ontológico
referencia a la diferencia entre nuestra R.A. realidad actual y nuestra R.I. realidad ideal.
La realidad actual es aquella en la que nos encontramos en este momento, con nuestras creencias, valores y comportamientos arraigados, mientras que la realidad ideal representa el estado en el que aspiramos estar, en consonancia con nuestros valores, propósitos y metas más profundas. Esta diferencia genera una desconexión interna, una brecha entre cómo somos y cómo nos gustaría ser.
Desde la mirada de Rafael Echeverría, la brecha ontológica no es solo un espacio físico o material entre dos realidades, sino una brecha de interpretación. Echeverría nos invita a reflexionar sobre cómo nuestra percepción del mundo y nuestras interpretaciones influencian nuestra forma de ser. Esta brecha está compuesta por las creencias, juicios y patrones de pensamiento que hemos adoptado a lo largo de nuestra vida, los cuales nos impiden alcanzar la coherencia entre nuestra realidad actual y la ideal. A través del coaching ontológico, se busca identificar estos patrones y creencias limitantes, ayudando a las personas a cambiar su observador, es decir, su forma de interpretar la realidad.
Cerrar la brecha ontológica significa alinear nuestras acciones con nuestros valores más profundos, reconocer las interpretaciones que nos limitan y elegir cómo responder ante ellas. Este proceso implica un profundo trabajo de autoconocimiento y auto-transformación, donde se toma conciencia de las decisiones y juicios que nos mantienen en una realidad que no corresponde con lo que realmente deseamos. El uso del lenguaje juega un papel fundamental en este proceso, ya que las palabras tienen el poder de transformar nuestra percepción y, por ende, nuestra realidad. Al cambiar nuestra forma de hablar, tanto con los demás como con nosotros mismos, podemos cerrar la brecha ontológica y avanzar hacia un estado de mayor coherencia y autenticidad.
El quiebre ontológico, por su parte, es un evento que interrumpe nuestra transparencia, revelando las brechas entre lo que somos y lo que deseamos ser. Esta interrupción es vista como una oportunidad de cambio, ya que al experimentar un quiebre, nos enfrentamos a la posibilidad de reinterpretar nuestra realidad y acercarnos a nuestra realidad ideal.
En este proceso, el coach ontológico acompaña a la persona a identificar las áreas de su vida donde existe una brecha significativa y facilita el cierre de esas brechas mediante la reflexión, el cuestionamiento y el compromiso con nuevas formas de ser y actuar en el mundo.
CAMPO RACIONAL
En el coaching ontológico, el proceso de trabajo con el cliente se enfoca principalmente en el campo racional y consciente. Se parte de la toma de conciencia sobre la discrepancia entre la situación actual del cliente y sus aspiraciones o metas. Esta reflexión permite que el cliente reconozca los patrones automáticos y las creencias que están limitando su progreso, y le da la oportunidad de tomar decisiones conscientes para cambiar su rumbo. A través de esta reflexión profunda, se abre un espacio en el que el cliente puede ajustar sus acciones y pensamientos, alineándolos con sus valores y objetivos personales.
El coaching facilita un proceso de autoconocimiento, donde el cliente, al entender cómo sus acciones están guiadas por interpretaciones previas y patrones automáticos, puede redefinir sus elecciones de manera consciente. En lugar de actuar desde una respuesta automática a las circunstancias, el cliente se vuelve capaz de tomar decisiones fundamentadas, lo que le permite avanzar hacia sus objetivos de manera autónoma. Este enfoque racional y reflexivo habilita la transformación personal al empoderar al cliente a gestionar su vida desde un lugar de mayor coherencia y autenticidad.
QUIEBRE COMO JUICIO
Un quiebre se considera un juicio porque está basado en una interpretación o evaluación que hacemos de una situación, una persona o de nosotros mismos. Un quiebre ocurre cuando nuestra forma de ver y entender el mundo se ve desafiada o interrumpida por algo que no encaja con nuestras expectativas o creencias previas.
Este concepto de juicio surge de la idea de que los juicios no son necesariamente verdades absolutas, sino que son interpretaciones personales que hacemos sobre la realidad, basadas en nuestras creencias, valores, emociones y experiencias previas. En el caso de un quiebre, la interpretación que nos lleva a sentir que algo ha «fallado» o que estamos «atascados» está directamente influenciada por un juicio sobre cómo deberían ser las cosas según nuestra perspectiva.
La relación entre quiebre y juicio es crucial porque un quiebre nos invita a cuestionar estos juicios. Al identificar el juicio que hemos emitido (por ejemplo, «no soy capaz de superar esto» o «esto es un fracaso»), podemos empezar a reconocer que ese juicio es solo una interpretación personal, y no una realidad absoluta. Esto abre la puerta a la reconstrucción de una nueva interpretación que nos permita avanzar de manera más auténtica y alineada con nuestras metas y valores.
De esta forma, un quiebre, en lugar de ser un obstáculo definitivo, se convierte en una oportunidad para desafiar nuestros juicios limitantes y transformarlos en interpretaciones que nos abran nuevas posibilidades.
DOS TIPOS DE QUIEBRE
Estos dos tipos de quiebres representan diferentes momentos y formas de interrupción en nuestra realidad y nos abren a la posibilidad de transformación. Los quiebres son momentos cruciales que nos permiten tomar conciencia de las limitaciones que tenemos en nuestra percepción del mundo y, por ende, de nuestras acciones. A continuación se describen los dos tipos más comunes de quiebre:
QUIEBRE INTERNO: El quiebre interno es aquel que ocurre dentro de la persona, en su interior. Se produce cuando nos confrontamos con nuestras limitaciones internas que nos impiden avanzar. Estos quiebres surgen de un momento de auto confrontación, donde una persona se da cuenta de que algo en su forma de ser o actuar ya no le sirve, o de que las creencias y suposiciones que tenía hasta ese momento ya no son válidas.
Este tipo de quiebre implica un proceso profundo de autoexploración y reflexión, en el cual la persona debe reconocer sus propios patrones automáticos de pensamiento, creencias o emociones. El quiebre interno se da cuando uno se da cuenta de que su manera de pensar o de hacer las cosas ya no le permite seguir avanzando de la forma que desea. Este es un momento de insight o revelación personal, un momento clave de autoconocimiento que invita a tomar nuevas decisiones, desafiar viejos patrones y reconfigurar la propia forma de ver el mundo y de actuar.
QUIEBRE EXTERNO: El quiebre externo ocurre cuando nos enfrentamos a una situación o evento fuera de nosotros mismos que nos obliga a replantear nuestra interpretación de la realidad. Estos quiebres pueden ser provocados por eventos externos como una crisis, un fracaso, una ruptura en relaciones personales o laborales, o cualquier tipo de circunstancia que interrumpa el flujo habitual de nuestras vidas.
El quiebre externo nos confronta con una realidad nueva o inesperada. Estos quiebres externos nos obligan a mirar el mundo con una nueva perspectiva, porque la situación que enfrentamos no encaja con lo que esperábamos o con lo que pensábamos que sabíamos. Puede generar inicialmente una sensación de desorientación y confusión, pero también abre la puerta a la posibilidad de una transformación personal, ya que nos invita a adaptarnos y reconfigurar nuestra forma de actuar y de interpretar la realidad que nos rodea.
DECLARACIÓN DE QUIEBRE
Es importante entender que, como vimos en los actos lingüísticos, los declaraciones que realizamos sobre nuestra realidad. En este sentido, un quiebre ontológico es también una declaración que un individuo hace sobre su vida, algo que decide afirmar y que le permite tomar acción. No necesitamos esperar que las circunstancias cambien por sí solas, sino que tenemos el poder de declarar un quiebre y de actuar a partir de allí. Esta capacidad de declarar nos da la oportunidad de generar nuevas posibilidades, ya que somos responsables de nuestras interpretaciones y de las acciones que tomamos en función de ellas. Al trabajar con el cliente, es fundamental que éste reconozca que, al igual que él puede declarar un quiebre, tiene la potestad de decidir cuál será el siguiente paso en su vida. La brecha ontológica es un recurso clave en la creación de un nuevo diseño de vida. La forma en que trabajamos esa brecha, ya sea para expandirla o reducirla, depende de cuán competentes o incompetentes seamos en tomar decisiones conscientes y alineadas con lo que realmente queremos lograr. Cuanto más conscientes seamos de la brecha, de la distancia entre lo que somos y lo que deseamos ser, más tendremos el poder de tomar decisiones que nos acerquen a ese futuro que elegimos. En resumen, la brecha ontológica no solo es una herramienta para el cambio, sino una declaración activa que puede transformar nuestro presente y futuro.
DIFERENCIA ENTRE PROBLEMA Y QUIEBRE
La diferencia entre un problema y un quiebre radica en cómo los abordamos y en el tipo de resultado que buscamos. Mientras que un problema generalmente requiere soluciones inmediatas, claras y específicas, un quiebre implica una transformación interna más profunda. Un problema es algo que se puede resolver de forma técnica o mediante la aplicación de un conocimiento o estrategia, y su resolución suele restablecer el equilibrio o la normalidad. En cambio, un quiebre es una ruptura en nuestro modelo de interpretación de la realidad que nos obliga a redefinir nuestras creencias, nuestros valores y nuestra forma de actuar en el mundo. No se trata solo de solucionar, sino de transformar nuestra visión y comportamiento para poder actuar de manera diferente a partir de esa nueva comprensión.